EL PONCHE


Digamos que las personas durante la vida pasan por distintas etapas, puedes ver a una persona en una etapa anterior y una actual y no parecerse en nada. Este no es mi caso, todas mis etapas se parecen.


En una de esas etapas me dediqué a la política, la verdad, no me iba nada mal y además creo que se me daba bien y todo. Mientras me movía por ese mundo conocí a muchísima gente, también ayude bastante gente pero, nunca la suficiente y lo más importante las ventajas que implicaba como por ejemplo las comidas gratis, más de una vez me había hinchado de exquisitos manjares.


Un día nos tuvimos que levantar temprano para apoyar una manifestación de Greenpeace o algo sin fronteras, donde los partidos políticos apoyaban la causa. Antes he dicho tuvimos porqué fui con un compañero de mi misma edad que tenia un cargo superior, los dos íbamos en representación del partido político donde trabajábamos. La manifestación fue penosa, realmente una pena, porqué la causa lo merecía y solamente fueron 15 literales personas. Realmente creo que la sociedad está muy acomodada en su sofá del IKEA expansible y su tele de 52 pulgadas.


Cuando acabó la manifestación mi amigo recibió una llamada, nos dijeron que teníamos que ir a una comida porqué estábamos invitados, en cinco minutos nos pasaban a buscar. Yo me frote las manos.


Íbamos en coche yo no sabía donde dirigíamos, la verdad me daba bastante igual había comida gratis. Después de dos horas de viaje llegamos. Bajé del coche mire al horizonte y solo habían campos sin sembrar y a mi izquierda una casa de estilo francés. De momento todo normal, la gente muy simpática, amable y hospitalaria. Después de las presentaciones y una hora de hacer ver que hablábamos salió una mujer de la casa de estilo francés “ ¡A COMEEEGG! ” dijo a comer con acento francés por si no había quedado claro. Unas treinta personas, que vistas con perspectiva, parecían de la casa de la pradera entraron a la casa y salieron de uno en uno para sentarse, otra vez a las mesas de fuera. Me esperé el último con mi compañero para entrar y coger la comida, cuando vimos salir el último nos dirigimos al interior de la casa de estilo francés. Llegamos al vestíbulo era oscuro pero a parte de eso normal, la señora de “ ¡A COMEEEGG! ” nos había dicho vestíbulo a la derecha y así lo hicimos. Unos pasos por un pasillo oscuro y en el fondo una habitación con un rayo de luz dirigido a la mesa de la comida, había una mujer durmiendo, o eso parecía, con una copa de vino. Cada persona había hecho la comida en su casa y la había traído para compartir, al ser casi todo comida afrancesada acabe cogiendo tan solo el plato de plástico, un trozo de chopped y otro de pollo. En un segundo ya estaba fuera de esa casa y sentado en la mesa. Empezamos a comer todos, no era una gran comida pero el pollo no estaba tan mal, el chopped se lo dí al perro en un momento de distracción de los que me acompañaban comiendo. Más tarde, aun estábamos comiendo, la gente paró de comer y se quedo como parada mirando un punto fijo seguí la mirada de el hombre de mi derecha, siguiendo la recta visual fui a parar a un árbol y junto a él había un hombre con un libro marrón con un símbolo dorado en la cubierta. Dejé de comer, perdí el apetito. Las siguientes 2 horas consistieron en un discurso que daba lecciones a la gente que estaba allí, después habló en una lengua muerta y posteriormente todos todos se pusieron a cantar. Imaginaros mi situación y la de mi compañero estábamos viviendo la celebración del solsticio de verano de una se... mejor me callo porqué aún estoy cagado. Yo y mi amigo decidimos volver a entrar para servirnos un café ya que no pintábamos nada allí, justo entrar un cazo de ponche gigante se nos presento delante a los dos nos vino a la cabeza una escena de Padre de Familia donde Meg está en una secta y todos hacen un suicidio colectivo bebiendo ponche. Nos acercamos a esa arma letal y justo ponernos delante vimos un hombre con un vaso de vino vacío y en la misma situación que la mujer que estaba en la habitación de la comida. Eso fue el colmo de los colmos, cogí una Coca Cola cerrada, repito cerrada y libre de envenenamientos y fui hacia el coche, mi compañero hizo igual.

Volvimos en el coche del hombre del libro marrón, el viaje fue bien(no hubo conversa). No he vuelto a saber nada más de esa gente.


He de decir que hubo deformación de la realidad causada por mi excéntrica imaginación, pero lo que es seguro que eso era un grupo de amigos/ conocidos bastante peculiar, ya me entendéis.

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